Publicado 15/12/2024 10:07

Papa Francisco.- El Papa pide desde Córcega "paz para todas las tierras que se asoman al mar Mediterráneo"

23 November 2024, Vatican, Vatican City: Pope Francis leads an audience with fishermen and members of the CEI, Italians Bishops Conference, in the Pope Paul VI hall at the Vatican. Photo: Alessia Giuliani/IPA via ZUMA Press/dpa
23 November 2024, Vatican, Vatican City: Pope Francis leads an audience with fishermen and members of the CEI, Italians Bishops Conference, in the Pope Paul VI hall at the Vatican. Photo: Alessia Giuliani/IPA via ZUMA Press/dpa - Alessia Giuliani/IPA via ZUMA Pr / DPA

ROMA 15 Dic. (EUROPA PRESS) -

El Papa ha pedido este domingo paz "para todas las tierras que se asoman al mar Mediterráneo" desde la isla de Córcega a donde ha viajado para participar en el congreso 'La religiosidad popular en el Mediterráneo', que se celebra en Ajaccio.

Desde la Catedral de María de la Asunción, durante el rezo del ángelus, ha instado a rezar a la Virgen María una "súplica por la paz" y, en concreto, para "todas las tierras que circundan este mar". Y, ha especificado, "especialmente para Tierra Santa, donde María dio a luz a Jesús. Paz para Palestina, para Israel, para el Líbano, para Siria, para todo el Oriente Medio".

Así, Francisco ha deseado que la Santa Madre de Dios obtenga "la anhelada paz para el pueblo ucraniano y el pueblo ruso". "La guerra es siempre una derrota. ¡Paz al mundo entero!", ha añadido a continuación.

Antes del rezo dominical, Francisco se ha reunido con los sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas de la isla. Entre ellos estaba el cardenal español Francisco Javier Bustillo, franciscano conventual; junto con el presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, Éric de Moulins-Beaufort, arzobispo de Reims; y el párroco dieron la bienvenida al Papa. El Papa les ha agradecido que "están aquí, con su vida entregada; gracias por su trabajo, por el compromiso cotidiano; gracias por ser signo del amor misericordioso de Dios y testigos del Evangelio".

"En el contexto europeo en el que nos encontramos no faltan problemas y desafíos relacionados con la transmisión de la fe, y ustedes lo experimentan cada día, descubriéndose pequeños y frágiles; no son muchos, no tienen medios poderosos; los ambientes en los que trabajan no siempre se muestran favorables para acoger el anuncio del Evangelio", ha afirmado el Pontífice.

A su juicio, "esta pobreza es una bendición" ya que "nos despoja de la pretensión de querer ir por nuestra cuenta, nos enseña a considerar la misión cristiana como algo que no depende de las fuerzas humanas, sino sobre todo de la obra del Señor, que siempre trabaja y actúa con lo poco que podemos ofrecerle". "No olvidemos esto: en el centro está el Señor. No estoy yo en el centro, sino Dios", ha alertado el Papa.

En este sentido, ha advertido de que "el primado de la gracia divina no significa que podamos quedarnos dormidos tranquilamente, sin asumir nuestras responsabilidades". Por ello, ha instado a discernir para "que el ritmo y las actividades exteriores no nos 'trituren', haciéndonos perder la consistencia interior".

Para Francisco, "la vida sacerdotal o religiosa no es un 'sí' que hemos pronunciado una vez y para siempre. No se vive de rentas con el Señor. Por el contrario, la alegría del encuentro con Él debe renovarse cada día; a cada momento es necesario volver a escuchar su voz y decidirse a seguirlo". "Recordemos esto: nuestra vida se expresa en la ofrenda de nosotros mismos; pero, cuanto más un sacerdote, una religiosa, un religioso, se entrega, se desgasta, trabaja por el Reino de Dios, más necesario es también que cuide de sí mismo", ha apostillado.

El Papa también ha instado a no descuidar la oración y la eucaristía, pero también ha pedido al clero que conserven "algún momento en soledad; tener un hermano o una hermana con quien compartir libremente lo que llevamos en el corazón; cultivar algo que nos apasione, no para pasar el tiempo libre, sino para descansar de manera sana de las fatigas del ministerio".

"Hay que tenerle miedo a esas personas que están siempre activas, siempre en el centro, que quizá por demasiado celo nunca reposan, nunca toman una pausa para sí mismos. Eso no es bueno, se necesitan espacios y momentos en los que cada sacerdote y cada consagrado cuiden de sí mismos", ha concluido.

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