Publicado 29/01/2025 14:00

RDCongo.- El M23 congoleño, exponente de la guerra fratricida en el corazón de África

GOMA, Jan. 25, 2025  -- Displaced people are seen at the Nzulo port, near Goma, North Kivu province, eastern Democratic Republic of the Congo (DRC), on Jan. 23, 2025.   Intensified fighting in eastern DRC has triggered significant new displacement of civi
GOMA, Jan. 25, 2025 -- Displaced people are seen at the Nzulo port, near Goma, North Kivu province, eastern Democratic Republic of the Congo (DRC), on Jan. 23, 2025. Intensified fighting in eastern DRC has triggered significant new displacement of civi - Europa Press/Contacto/Zanem Nety Zaidi

MADRID 29 Ene. (EUROPA PRESS) -

El Movimiento 23 de Marzo, conocido popularmente como M23, ha representado desde hace más de una década una amenaza de primer orden para la seguridad de la zona este de República Democrática del Congo (RDC). Su historia deriva en gran medida del genocidio de 1994 en Ruanda, ahora principal valedor de una milicia que ya no escatima esfuerzos para consolidar el control de una gran urbe como Goma.

Unos 800.000 tutsis y hutus moderados murieron asesinados en poco más de tres meses en Ruanda y República Democrática del Congo, entonces Zaire, acogió a miles de refugiados que buscaban escapar de la barbarie. Las tensiones interétnicas se contagiaron también a suelo congoleño, con sucesivos conflictos entre grupos que llevaron en 2012 a la creación del M23.

La guerrilla surgió como síntoma de la rebelión dentro de las Fuerzas Armadas, constituidas principalmente por antiguos miembros del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), de mayoría tutsi, que cuestionaban abiertamente las políticas del Gobierno congoleño. En poco tiempo, comenzó a controlar amplias zonas de la provincia de Kivu Norte, incluida la capital, Goma.

Entre sus objetivos iniciales figuraba garantizar la protección de las comunidades tutsis, lograr la plena implantación de los acuerdos de paz de 2009 y mejorar los servicios para la población del este de la RDC, pero en sus acciones no escatimó todo tipo de abusos sobre la población civil, desde ejecuciones sumarias a reclutamientos forzados, pasando por actos de violencia sexual.

El conflicto se prolongó hasta 2013 y concluyó con un acuerdo de paz, pero el M23 no fue disuelto, en la misma medida en que las autoridades tampoco lograron resolver los motivos que subyacían tras su rebelión. La zona este de la RDC es, además, una región clave por sus riquezas minerales y tiene entre sus tesoros el coltán.

El M23 volvió a alzarse en armas a finales de 2021 y ha lanzado un último órdago este mes de enero, con un nuevo avance sobre Goma y un nuevo llamamiento para que todas las tropas extranjeras abandonen el país. La ONU cuenta con una misión de paz en la zona, la MONUSCO, pero el conflicto también ha motivado el despliegue de efectivos de otros países de la región.

EL PAPEL DE RUANDA

El Gobierno congoleño ha culpado de las sucesivas resurrecciones del M23 a las autoridades ruandesas. Pese a que Ruanda siempre ha negado toda connivencia, investigadores de la ONU sí han constatado que existe dicha colaboración en múltiples ámbitos, incluido en el envío de armas y municiones.

Kigali, sin embargo, sí denuncia que los tutsis congoleños están siendo objeto de una persecución por parte del Gobierno de la RDC con apoyo de grupos armados como las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) --fundada por hutus huidos del genocidio en 1994 en territorio ruandés-- y otras milicias locales.

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