MADRID 27 Jul. (EUROPA PRESS) -
El consumo de fármacos durante la COVID-19 se redujo a nivel mundial, sobre todo el de antibióticos, que cayó un 8,5 por ciento, según el estudio 'Impacto de la pandemia COVID-19 en la prescripción de fármacos en Atención Primaria', publicado en el número de junio de la Revista Clínica de Medicina de Familia, editada por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
La investigación analiza de manera retrospectiva el impacto de la pandemia de COVID-19 en los tratamientos farmacológicos en tres centros de salud de Atención Primaria urbanos con una población asignada, pediátrica y adulta de un nivel socioeconómico medio-alto, de aproximadamente 100.000 habitantes, a lo que se debe sumar la cobertura a cinco residencias geriátricas.
Durante el estudio, se analizaron las prescripciones farmacológicas que hicieron los médicos de familia, pediatras y dentistas de los centros de Atención Primaria y que fueron dispensadas en las oficinas de farmacia con cargo al Sistema Nacional de Salud entre los años 2017 y 2020 a partir de los ficheros de facturación de recetas.
La conclusión evidencia una reducción en el porcentaje de pacientes tratados farmacológicamente en 2020, en comparación con la media de 2017-2019 en casi todos los grupos fármacológicos, y más concretamente, en antibióticos (-8,5%), antinflamatorios no esteroideos (-5,9%) y antiulcerosos (-2,8%). Los anticoagulantes orales y los antipsicóticos son los únicos grupos de medicamentos cuya prescripción no se vio reducida.
En términos totales, el inicio de tratamientos con antibióticos para uso sistémico pasaron de 9.833 en 2017; a 6.440, en 2020. Así como de 15.128 pacientes tratados en 2017; a 10.145, en 2020. Es decir, una diferencia de casi 5000 pacientes (4.983).
Los inicios de tratamiento con antiinflamatorios no esteroides (AINE) pasaron de 9.214 en 2019; a 6.217; mientras que los pacientes tratados, pasaron de 14.789, en 2019; a 11.080, en 2020; lo que significa que hubo 3.709 pacientes menos con tratamientos con estos fármacos.
En lo que se refiere a los antiulcerosos, la diferencia más llamativa es la que existe entre los inicios de tratamiento en 2018, que ascendió a 4.108; y los iniciados en 2020: 3.125. Del mismo modo, en 2018 había 14.633 pacientes que se trataban con antiulcerosos; mientras que en 2020, esa cifra apenas llegó a los 13.295.
En cuanto a inhaladores para el asma y la EPOC, el paracetamol y los ansiolíticos y benzodiacepinas, se detecta una reducción más ligera: -1,9; -1,8 y -1,6 por ciento, respectivamente. En la misma línea descendente se encuentran los antihipertensivos (-1,5%), antitrombóticos (-1,4%), opioides (-1,4%), agentes modificadores de lípidos (-1,3%) y antiagregantes plaquetarios (-1,3%). Únicamente en el grupo de los anticoagulantes orales se aprecia un aumento muy modesto del porcentaje de pacientes consumidores (+0,2%).
POSIBLES MOTIVOS DE ESTA REDUCCIÓN
Los autores del estudio han buscado posibles explicaciones a estos datos: "Durante 2020, como consecuencia de la pandemia, se iniciaron menos tratamientos y, en general, los tratamientos crónicos ya instaurados se mantuvieran con una ligera disminución, quizás debido a un exceso de mortalidad. Existen diferentes factores que contribuirían a la disminución de la utilización de fármacos durante la pandemia, como la adherencia al tratamiento, la dificultad de acceso a la asistencia sanitaria o una propagación menor de otras enfermedades diferentes a la COVID-19".
Señalan también que el confinamiento domiciliario, las restricciones a la movilidad, junto con el refuerzo de las medidas de higiene, la distancia social y el uso de mascarillas "pudieron contribuir a evitar la transmisión de patógenos responsables de infecciones bacterianas en la comunidad".
Igualmente, añaden que en relación con la accesibilidad al sistema sanitario, "los cambios organizativos en los centros de salud afectaron a la relación médico-paciente".
"En los primeros meses de la pandemia, los centros de salud de nuestro ámbito modificaron la atención sanitaria a los pacientes, limitando su acceso, con pérdida de las visitas programadas de seguimiento, y sustituyendo las visitas presenciales por visitas virtuales y telefónicas", han justificado.
En este sentido, los autores señalan que en 2020 las visitas presenciales se redujeron un 55,17 por ciento, mientras que las virtuales y telefónicas se incrementaron un 94,28 y un 686,39 por ciento, respectivamente.
El estudio ha estado liderado por un grupo de expertos formado por Marina Rovira Illamola y José Miguel Sotoca Momblona, pertenecientes al Servicio de Farmacia del Hospital Clínic de Barcelona y miembros del Consorci d'Atenció Primria de Salut Barcelona Esquerra (CAPSBE); y Antoni Sisó Almirall, Médico de familia, Director de Investigación del CAPSBE y profesor titular del Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona.